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Casa Club Real Federación Española de Golf

miércoles, 26 de septiembre de 2012

 La primera vez que toqué una bola de golf, me pareció rígida y fría... . No recuerdo como se “llamaba”(marca); poco a poco, me iría enterando, que dependiendo del nombre que lleven – cada una con sus características esenciales -, los precios oscilarían, a veces “muchito”, hacia arriba o abajo.

 Menciono el precio de las bolas, porque los novatos, “consumen” bolas como bombones en un bautizo. Nunca entenderé la obsesión, de las dichosas pelotitas, por bañarse en  estanques y lagos, que “adornan” los campos de golf. Las hay saltarinas, con especial atracción por las copas de los árboles, o el interior de los manojos de zarzas, que crecen en las inmediaciones del campo.

 Las bolas de golf a los pies del novato, sobre la alfombrilla del campo de practicas, se comportan como auténticas traidoras. Desempeñan solo una función: desviarse de la trayectoria, que el bisoño jugador, agarrado con todas sus fuerzas al hierro 5 o 7, -  como si se lo fuesen a robar -, la ha lanzado.
 Las primeras semanas sobre esa  alfombrilla verde - en la galería de entrenamientos -  pueden ser absolutamente desalentadoras. El profesor pendiente de lo que hace el inexperto jugador, explica millones de veces, cómo ha de colocar los pies,  sujetar  los hierros, o  como se comportan las bolas, dependiendo del lugar dónde las golpeas; en fin, las instrucciones necesarias, para que la introducción a la practica del golf, sea lo menos dolorosa posible.

 Aunque, el profesor, repita como un mantra: ”No te aferres al hierro”, el jugador en ciernes, suele musitar entre dientes:”no estoy aferrado”. Sin embargo, los nudillos de su  mano derecha están de color blanco de tanto apretar el grip. Y, los de la mano izquierda, porque no se ven bajo el guante;pero, seguro, que están del mismo color.

 “El hierro debe ser la prolongación de tus brazos” – insiste el profesor – inasequible al desaliento. “Si consigues no mover ni separar la muñecas, sin hacer mucha fuerza(porque no es necesaria), levantarás la bola y conseguirás buena distancia”. “Para que el golpe a la bola, sea idóneo, los pies han de estar bien puestos y afianzados”.