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Casa Club Real Federación Española de Golf

lunes, 30 de septiembre de 2013

 EL NOVAT@ CONOCE A H.F.LAVANCHY EN EL CAMPO DE GOLF BONMONT

 La primera vez que el novat@ tuvo conciencia, de quién era el propietario de su querido club de golf Bonmont: H.F. Lavanchy fue una tarde de mediados de agosto, cuando al levantarse de la siesta, oyó por encima del tejado de la Suite 3C, el atronador ruido de un helicóptero.

 El estruendo, lo dejó fuera de juego. Estaba en el salón preparando los palos, para ir a clase con "Vincent" - el profe más guay del campo - cuando tuvo la impresión, que el techo se le caía encima, en aquella tarde dorada de otoño. Echó a correr a la terraza y, su sorpresa, fue ver aterrizar en el hoyo nº1 un helicóptero azul cobalto con puntitos plateados, casi idéntico al que protagoniza la pelicula "Blue Bird". Se quedó plantado mirando al gran pájaro inconcebible en un campo de golf. Tal fue su sorpresa, que se olvidó de Vincent - su profesor francés de golf - el más guay entre los guays -, a quién las jovencitas reían todas las gracias.

 Decidió ir a la terraza de la casa club para enterarse, ¿quién era el personaje o personajes, que habían llegado por el cielo? Es verdad, que Bonmont era en aquellos tiempos un club elitista dónde los haya; la educación y las buenas formas de sus socios, era célebre entre los demás clubs del entorno; pero, eso, no era impedimento - porque todos somos humanos -, de que al atardecer de un bello día preotoñal, l@s jugador@s no "chinchorrearan" en la terraza de la Casa Club sobre hechos y milagros del personal. 

 Por lo tanto, la mejor manera de saber quién era quién o quiénes habían llegado, era subir a tomar una cerveza fresca. Y, allí encaminó sus pasos.

 La sorpresa fue mayúscula, nada más entrar en la terraza, cuando encontró a un señor con presencia imponente, sentado en el centro de un círculo, rodeado por los socios más "importantes" (por  posición social) del club; como si le estuviesen rindiendo pleitesía. El novat@ ante tal escena intentó dar la media vuelta e ir a la clase de golf, aunque fuese sin palos. En ese instante, oyó la voz de Romí, que lo llamaba, mientras decía:

 - ¡Ven que te voy a presentar al señor Lavanchy, propietario del club!

 Efectivamente, H. F. Lavanchy era el  único propietario del Club de Golf Bonmont, en Montroig del Camp Tarragona, de otro Bonmont en Suiza y de otro en Niza.

 Desgraciadamente, hace algo más de un  año, que nos ha dejado hasta la eternidad. Fue imponente en aspecto y en hechos. Lo que salió de su cabeza e hicieron sus manos, fueron entre otros negocios, obras que perpetuaran sus recuerdo en todos nosotros. Descanse en paz un gran hombre.

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